Últimamente ha sido noticia la Real Academia Española de la Lengua, que en su quinta actualización en la Red, ha admitido términos tan importantes para la vitalidad de nuestro cada vez más internacional idioma como culamen, acojonamiento, gayumbos o friki. Pero bueno, aquí hemos venido a hablar de enoturismo. ¿Qué es el enoturismo? Si acudimos, como suele hacerse metodológicamente al Diccionario de la Real Academia, podemos comprobar que enoturismo es… vaya, la Real Academia aún no ha acogido en su seno el término.
Mientras esperamos a una sexta actualización en la Red de nuestro Diccionario, la infalible Wikipedia nos dice que el enoturismo o turismo enológico es aquel tipo de turismo dedicado a potenciar y gestionar la riqueza vitivinícola de una determinada zona. Se relaciona con el turismo gastronómico, cultural (arquitectura, arte) y de la salud-belleza (vinoterapia). Los turistas conocen cada zona vitivinícola a través de la degustación de sus vinos y la visita a bodegas y viñedos.
Incluso hay quien niega que exista el enoturismo, el experto en marketing vitivinícola, Paul Wagner, recientemente en un viaje a España declaró que “el enoturismo en sí no existe. Al final se trata tan solo de simple turismo. La gente no quiere estar todo el día catando vinos, por lo que hay que venderles calidad de vida, ocio, relax y diversión en partes iguales”.
Vinos, gastronomía, calidad de vida, ocio, relax,…, parece que esto del enoturismo se inventara con Castilla y León en mente, pues pocos lugares en el mundo pueden presumir de la confluencia simultánea de estos factores como nuestra región, aparte de los líderes mundiales indiscutibles en la materia, como Napa Valley en California o la Toscana en Italia.
Si hay que optar por un modelo de negocio, yo sin duda optaría por el californiano de Napa Valley. Hablamos de una pequeña zona, a más o menos una hora en coche desde San Francisco, de tan sólo 48 kilómetros de extensión, frente, por ejemplo, a los 120 kms. de nuestra Ribera del Duero, y cuya primera bodega data de 1965. Hoy en día, ya hay más de 300 bodegas en el valle, que reciben más de 8 millones de visitantes al año, lo que hace que sea la segunda atracción turística californiana tras Disneylandia, generando unos ingresos de 700 millones de dólares.
El sociólogo Lluís Tolosa en un interesante artículo en la revista Cupatges desgranaba los factores que avalan el éxito de Napa Valley como destino enoturístico.
- Las bodegas están perfectamente comunicadas a lo largo de la carretera principal, con rótulos, fachadas y accesos perfectamente cuidados.
- No tienen complejo en cobrar una media de 24 dólares a cada visitante.
- Es difícil encontrar en las bodegas del valle botellas por debajo de los 20 dólares. El destino se ha configurado como un destino de prestigio.
- Las bodegas disponen de tienda, con todo tipo de productos relacionados con el vino y productos gourmet.
- En los pueblos del valle hay numerosas tiendas de vino con una amplia selección de botellas, atendidas por profesionales del vino. Hay también excelentes librerías con secciones dedicadas a los vinos y bodegas de la zona.
- El personal dedicado al enoturismo de las bodegas está altamente cualificado en materia de viticultura, enología, marketing del vino,…
- El lenguaje del vino es divulgativo, apto para todos los públicos, sin tecnicismos más propios de esnobs.
- Hay una oferta de alojamientos, gastronomía y actividades de ocio perfectamente coordinada con las bodegas, que permite planificar estancias de hasta una semana completa sin caer en la monotonía o el aburrimiento.
- Por último, el carácter de los californianos, totalmente educado y simpático, con una mentalidad muy abierta y emprendedora.
En breve, publicaré la segunda parte de este artículo, publicado originalmente en la revista “Castilla y León Económica” . Quedo abierto a todos vuestros comentarios
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